La
familia moderna.
La familia de Mario era demasiado opuesta; mientras que su mamá era muy liberal y relajada, su padre era demasiado conservador, le gustaba mantener todo como cuando era niño, manejaba su familia de formas ya pasadas, además su padre también era muy entregado a su trabajo, por lo cual casi nunca convivía con su familia.
Cuando Mario tenía siete años, sus padres comenzaron a tener problemas, porque pensaban diferente sobre los actos que hacían cada uno de ellos, las peleas eran muy frecuentes pero a escondidas, por eso Mario nunca se dio cuenta de lo que pasaba.
Mario observaba a sus padres muy felices entre sí, pero realmente no sabía los grandes problemas que sucedían en su familia; los problemas no eran tan graves porque una cosa que quería su papá era mantener a su esposa en la casa y dispuesta a servirle de comer cuando quisiera, lo que Elena hacia siempre.
Cuando Mario entró a quinto año de primaria, es decir a sus diez años (una edad en donde todos nos creemos ya grandes porque vemos a todos nuestros compañeros más pequeños que nosotros, pero temiéndoles a los de sexto año), los problemas de sus padres comenzaron a disminuir por una cosa que ni siquiera ellos podían deducir; pero quedo encendida la pequeña llama de los problemas pasados.
Durante cuatro años los problemas parecían esporas en estado latente, ya que solo estaban esperando un buen momento para poder volver a crecer; hasta que por fin sucedió; Elena, que había estudiado por muchos años la carrera de medicina, necesitaba desempeñar un cargo en el cual estuviera involucrada su carrera por lo que buscó un trabajo y comenzó a trabajar.
Francisco comenzó a enfurecerse porque decía que él era el que iba a mantener a su familia y que no necesitaba de otros para que le ayudaran, a lo que Elena contestó.—¡Yo sólo quiero trabajar por gusto y no porque quiera poner dinero para el hogar!—. Francisco empezó a pensar que todo lo que le daba a su familia era insuficiente, por lo que dedicó más tiempo a su trabajo y mucho menos a su familia.
Francisco comenzó a ofrecer más dinero a su familia sin darse cuenta que ellos necesitaban convivir con él y realmente lo que menos necesitaban era abastecerse de dinero en gran cantidad. Estaban rodeados de lujos y de todas las comodidades, pero lo que más le hacia falta era la presencia de su padre, de su esposo, esa presencia masculina que siempre tiene que estar en un hogar.
Francisco pensaba que su familia era la mejor del mundo, todo lo necesario para vivir estaba en casa, pero no se daba cuenta que de él estaba acabando con la integridad de su familia, con la unión de los miembros y especialmente, su esposa estaba comenzando a tratarlo como a un desconocido, y no como a su compañero de toda la vida.
Al cabo de unos meses, de pocos meses, Elena comenzó a ganar bastante dinero, por lo cual Francisco se sentía fuera del ámbito familiar, pero nunca habló. Mario y su hermana Alejandra preferían salir a pasear con Elena, a diario le demostraban su afecto, siempre que podían le compraban una flor, una tarjeta. Francisco prefería callar. Elena notó el distanciamiento de sus hijos hacia su padre, por lo que les pidió que le dedicaran algún tiempo, pero ellos dijeron que su padre era demasiado hostil y que sólo le interesaba el dinero.
La distancia entre Elena y Francisco fue creciendo a grandes pasos, Francisco, ya no estaba en casa durante el día, y a veces parte de la noche también. Elena, siempre pasaba tiempo con sus hijos.
Después de estar en esta situación por más de tres meses, Alejandra ya no resistió y buscó la manera de que sus padres se unieran, o por lo menos, que se dirigieran la palabra. Con ayuda de Mario, pudo hacer que su padre volviera a casa temprano, donde su Elena lo esperaba para poder hablar, pero Francisco al darse cuenta de que no era algo urgente, se fue de nuevo a trabajar.
Esto fue lo que definitivamente rompió los lazos entre Elena y Francisco. Elena pensó que él ya no la amaba y que sólo estaba en casa por sus hijos, así que decidió decírselo a Francisco, le pidió el divorcio.
Francisco pensó que ella había conocido a otra persona en el trabajo, pensó que tenía a otro amor, que él ya no era importante, pero también pensó en sus hijos, tal vez una separación para ellos sea muy fuerte, pero tal vez sea lo que necesitamos.
Los trámites de separación los comenzó ella, así que esto reforzó la idea de que tenía otra persona que ocupaba su lugar, así que él aceptó todo, aunque su orgullo de hombre se vino abajo…
Desde el día que supieron de la separación ya nada fue igual para aquellos niños, su sueño de tener una familia unida desapareció.
Francisco visitaba a sus hijos con poca frecuencia. Ellos pensaron que ya los había olvidado, que ya no los quería, y Elena, que él se había quedado por compromiso con ellos todos esos años. Pero Francisco día con día luchaba por darle lo mejor a sus hijos, aunque fueran sólo cosas materiales, pero él pensaba que eso era lo que hacía feliz a las personas, y no el amor y el cariño.
Tiempo después Elena cayó en el mismo error de su marido, quiso darle a sus hijos lo mejor, pero nunca pensó que estaba cometiendo el pero acto para sus niños. Los dejaba a cargo de una persona ajena a ellos, por lo menos nos hubiera dejado con mi tía, pensaban ellos, pero ella prefería pagar para que los cuidaran.
Cuando Mario ya tenía 15 años, y su hermana 13, fue la última vez que vieron a su padre. Él los veía fuera de casa, ya no quería saber nada de Elena. Lo vieron en un pequeño restaurante lejos, muy lejos de su casa. Ahí les dijo que tal vez ya no los podría volver a ver, porque tenía que irse de ese lugar, para poder ganar más dinero.
Mario se decidió y le dijo que ellos ya no querían dinero, que ya no querían todas esas cosas caras que siempre les compró, que ellos querían a un padre. Pero Francisco pensó que era sólo un niño, que no sabía lo era luchar por vivir, pero pronto sabría la verdad.
Ese, en verdad fue el último día en que vieron a Francisco, porque él ya tenía decidido que si no era con el amor de la que fue su esposa y sus hijos, ya no necesitaba vivir. Alguna vez pensó en regresar, pero la duda y la incertidumbre respecto a la nueva vida de su ex-esposa lo hacía detenerse.
La solución fue drástica, una sobre dosis de cualquier fármaco le ayudaría a olvidar todos esos errores que cometió, pensó en sus hijos, en lo que sería de ellos, en la reacción de Elena al enterarse de que él ya no estaba más aquí.
Elena se enteró hasta después de 2 meses que él había fallecido, jamás se los dijo a sus hijos, tal vez fue lo mejor, o tal vez lo peor, pero ella quiso que sus hijos crecieran pensando que su padre tuvo que irse de su lado por necesidad, y no por la falta de amor que siempre demostró hacia los tres.